No todo lo que parece piel, lo es. En un mercado lleno de imitaciones, saber distinguir entre un producto auténtico y uno sintético puede marcar la diferencia entre una prenda que envejece con elegancia… y otra que se cuartea al primer uso.
Aquí te dejamos una guía práctica para reconocer si estás frente a una prenda de piel genuina, o si lo que te están vendiendo solo lo parece.
1. El olor no miente
La piel auténtica tiene un aroma particular: profundo, terroso, ligeramente dulce. Es un olor que no se puede replicar con químicos ni recubrimientos. Si el producto no huele a nada o tiene un fuerte olor plástico, es probable que no sea piel real.
2. La textura debe ser irregular
Una de las pistas más confiables es el tacto. La piel genuina tiene textura irregular: algunas partes son más lisas, otras más rugosas. Incluso los poros o pequeñas marcas son prueba de su origen natural.
En cambio, la imitación suele sentirse perfectamente uniforme, con una suavidad casi artificial, como una funda de plástico.
3. Revisa los bordes
Observa los bordes del material. En la piel auténtica verás fibras naturales, incluso un pequeño pelillo o “desgaste” leve. La piel sintética, en cambio, suele tener un borde perfectamente sellado o plástico, casi brillante.
4. El precio también habla
¿Una chamarra de “piel” por $900 pesos? Probablemente no es piel. El costo de la piel genuina (desde su curtido hasta su confección artesanal) siempre será más elevado. Si el precio parece demasiado bueno para ser cierto… lo más seguro es que no estés comprando lo que crees.
5. Pregunta por su origen
Una buena marca no tendrá problema en decirte de dónde proviene la piel, qué proceso se usó para curtirla o incluso quién la trabajó. La trazabilidad es un sello de autenticidad.
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