Viajar en invierno no solo se trata de empacar ropa abrigadora: se trata de llevar prendas que te hagan sentir tú, sin importar el destino. Una chamarra de piel bien elegida no solo eleva tu look, también te protege del frío y te acompaña con la misma elegancia en el aeropuerto, en un café o caminando por las calles de tu próxima aventura.
Aquí te contamos qué tipo de chamarra de piel llevar, cómo empacarla y qué cuidados tener para que conserve su forma y brillo durante todo tu viaje.
1. La chamarra ideal según tu destino
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Ciudades frías pero soleadas (como Ciudad de México o Guadalajara): opta por una chamarra tipo biker o bomber. Son ligeras, versátiles y combinan con jeans, botas y suéteres delgados. Perfectas para los días templados y las noches frescas.
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Destinos con temperaturas bajo cero (como Toluca o zonas del norte): elige una chamarra de piel con forro interior o tipo aviador. Este modelo ofrece aislamiento térmico y estructura, sin perder estilo.
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Escapadas a pueblos mágicos o destinos de montaña: una chamarra estilo trench o blazer de piel te dará ese toque sofisticado sin dejar de ser funcional. Ideal para cenas, paseos o incluso eventos más formales.
2. Cómo empacarla sin arruinarla
Una chamarra de piel auténtica no debe doblarse como una prenda cualquiera.
Si vas a viajar en avión o camión, cuélgala dentro de una funda de tela transpirable o enrolla cuidadosamente las mangas hacia adentro y colócala sobre la ropa más blanda de la maleta. Evita las bolsas de plástico, ya que impiden que la piel respire y pueden generar humedad.
Tip rápido: si llegas al destino y notas arrugas leves, cuélgala en el baño mientras te duchas con agua caliente —el vapor ayudará a que la piel se relaje sin dañarla.
3. Cuidados durante el viaje
La piel reacciona al frío, la humedad y el roce constante, así que vale la pena prevenir.
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Evita exponerla directamente a la lluvia o nieve. Si se moja, sécala con un paño suave y déjala reposar lejos de fuentes de calor.
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Limpia el polvo o la sal del ambiente con un paño seco al final del día.
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Usa un acondicionador ligero de piel antes y después del viaje para mantener su flexibilidad.
Un pequeño ritual de cuidado puede marcar la diferencia entre una chamarra que envejece mal y una que se vuelve más bella con el tiempo.
4. Estilo que viaja contigo
La chamarra de piel tiene una ventaja que pocas prendas pueden presumir: se adapta a cualquier escenario.
Un día estás tomando café frente a una chimenea, y al siguiente, cruzando el aeropuerto con paso decidido. Es esa mezcla de practicidad y carácter lo que la convierte en una pieza infaltable en los viajes de invierno.
Combínala con prendas neutras —negro, beige, gris o camel— y deja que el brillo natural de la piel hable por ti. Al final, la elegancia está en los detalles, y nada proyecta tanto estilo como algo bien hecho y bien cuidado.
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